Don Ángel: Un Hombre de Tierra, Trabajo y Corazón
Un hombre cuya dedicación al trabajo y amor por la naturaleza se reflejan en cada rincón.
A las seis de la mañana, Don Ángel comienza su jornada en Hacienda Compostela. A esa hora, el sol apenas empieza a iluminar las montañas, y él ya está allí, con la responsabilidad y el cariño que ha cultivado por más de ocho años de trabajo. Su rutina comienza con una mirada a su caballo, “El Valiente”, al que salvó de la muerte cuatro veces. En su rostro se refleja el afecto por los animales y por el campo, como si cada rincón de la hacienda fuera una extensión de su propio hogar.
A sus 83 años, Don Ángel es un testimonio viviente del cuidado y amor por la naturaleza. Él mismo reconoce que no hay tarea que no le guste: cortar pasto, podar árboles, regar las plantas, sembrar nuevas flores… todo le parece una forma de dar vida a ese entorno verde que tanto le apasiona. Con esa misma dedicación, le da mantenimiento a cada rincón del terreno, cuidando cada planta, cada árbol, como si fueran parte de su propia familia.
El amor por la hacienda y su gente lo lleva a cuidar cada detalle, a mantener el lugar limpio y bien ordenado. “Lo que más me gusta de este trabajo es ver todo verde, todo arreglado”, comenta mientras señala orgulloso las áreas de jardín y el huerto que él mismo ha sembrado. Para Don Ángel, no se trata solo de mantener el espacio, sino de crear un lugar que las personas puedan disfrutar, un sitio que sea más que solo una hacienda, sino un refugio de paz y armonía.
A través de los años, Don Ángel ha visto cómo la hacienda se ha convertido en un punto de encuentro para las personas de la comunidad. “Ha dado trabajo a muchos, y también es un lugar donde la gente viene a hacer eventos, a celebrar”.

Foto: Rafa Mercado
Además, su conexión con el lugar va más allá de la labor diaria: comparte con los visitantes la belleza de las plantas que ha cuidado, e incluso les ofrece una para que se lleven como recuerdo. Su generosidad y hospitalidad son parte de lo que hace especial.
“Es un lugar seguro, un lugar donde la gente puede dejar sus carros sin preocupaciones”, asegura Don Ángel, mientras recuerda que en varias ocasiones ha encontrado objetos perdidos, como celulares, y se los ha devuelto a sus dueños. Este gesto de honestidad y bondad refleja la esencia de lo que es la Hacienda Compostela para él: un hogar, un refugio donde las personas son tratadas como familia.

Don Ángel ha vivido varias etapas en su vida, incluso pasó un tiempo en Estados Unidos, pero siempre regresó al lugar que siente como suya, un sitio lleno de recuerdos y de amor por la tierra.
Su conexión con la tierra y su gente es indiscutible. Hacienda Compostela es más que un lugar de trabajo para Don Ángel, es su lugar en el mundo. Es un sitio donde, con cada planta que riega, con cada árbol que poda, él deja un pedazo de su corazón. Y así, con su dedicación y su amor por lo que hace, Don Ángel sigue siendo una pieza fundamental de la hacienda, un verdadero guardián de la naturaleza y de las tradiciones que dan vida a este lugar.